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Historias Rockeras


Categoría: MAGAZINE | Fecha de Publicación: 21/4/2019 | Por: @luck_sky100 (Tipo Raro)

Diente de León

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Mamá tenía que quedarse. En estos días tan delicados prefiero verla tranquila. Sé que esta etapa es difícil, tengo que llegar cada vez más temprano, hacer la comida.
La escuela ya no se siente pesada. Supongo que esto era rutina para ella, cuando tenía 12 años, llegaba y todo estaba preparado, a veces me consentía con pechuga empanizada, a mi hermana no le gustaba el pollo así, pero mamá preparaba algo diferente para mí.

Puse en la computadora algo de música para distraerme, en el YouTube salió en aleatorio “Futuro”, estaba en la playlist de Café Tacvba:

“Tú, mañana ya te fuiste pero antes me dijiste: el futuro es hoy.”

La voz de Quique es desgarradora y más fina en el audio que en su show en vivo, ahí suena sin arreglo, pero me sorprendió que mamá preguntara, “¿Quiénes son?”.
Les respondí que era un grupo de Satélite, hoy igual de conocidos como su Rocío Dúrcal o Napoleón Solo, ella sonriente me respondió que sí los conocía, solo que esa canción no la había escuchado antes.

A la hora de la comida me preguntó si los Tacvbos eran mi grupo favorito, le respondí que no tanto, pero que si eran excelentes publicando discos, que obviamente salía a fiestas y pedía la de “Ingrata”, y que este último disco, el “Jei Beibi” era buenísimo, pero por evolución, no porque sonara igual que el “Re”.

Me pidió que le pusiera más de este disco, dejé que el YouTube lo hiciera, y por asares, se escuchó de fondo “Disolviéndonos”.

Otro día pesado. Ya era tarde. Salí tarde porque el profe de Periodismo quería todo el trabajo en Ilustrator. Yo no tengo ese programa en mi casa y lo hice en las computadoras de la escuela, ese tiempo me hizo atorrarme en la hora pico; lo bueno que alcancé lugar en la combi, sólo cerré mis ojos por un instante, y dormí hasta llegar a mi parada.

“Lo siento, lo tengo que decir, por favor, no desaparezcas… no quiero que seas un número más ¿cómo es posible que alguien pueda desearlo?”

-¡Ya llegue mamá!

Mi hermana y ella estaban sentadas en la sala, mamá sólo volteo a verme y me preguntó, “¿cómo te fue?”, mi hermana me sirvió de cenar, pero en la cocina me hablo de un tema sensible. Mamá tenía un tumor expansivo en el cerebro, y cada vez, tenía ataques más fuertes, incluso se ponía hielo en la cabeza, ella pidió que la lleváramos al hospital.

El doctor la obligó a quedarse. Esto era grave. Aunque ya se había diagnosticado, el tratamiento no funcionaba, si quería intentarlo de nuevo, tenía que estar a manos de las enfermeras; la primera semana intentamos consentirla, sus amigas la visitaban, mi abuelo le compraba el periódico y ambos se quejaban de la nota roja.

La segunda semana fue más intensa, cada dos horas una enfermera la atendía por cualquier cosa, ella extrañaba el mundo, en alguna ocasión escuchó mariachis en otra sala, y se quedó con las ganas de verlos en vivo. Mi hermana le descargó algunas canciones populares en el celular, de Napoleón, Joan Sebastián, alguna que otra cumbia, tenía sus gustos culposos.

En la noche que me quedé para cuidarla, sentí tristeza, casi no dormía, y nos quedábamos hablando, todo era más bello bajo el cristal de su mirada, sus historias; nuestra relación fue muy distinta a las otras familias, casi no discutíamos, siempre estuvo para mí, me hacía reír, trataba de actualizarse en todos los temas para saber de qué hablábamos mi hermana y yo. Su pasión por escuchar la radio me transmitió la emoción de que algún día ella sintonizara una estación y me oyera mandándole saludos.

Entre rincones, la percibo, aún la veo, y me sorprendo reprimiendo algún deseo. Fue un medio día cuando por fin decidió descansar. Todos teníamos ese pronóstico, mi familia, mi pequeña familia reunida. En el primer velorio lo entendí. Todos esperan que yo atienda con humildad, tengo que ser fuerte, aunque ella era mi madre, sus responsabilidades alguien las tenía que hacer. No pienso que pasará mañana, sino en las palabras que ella pudo decir, en como la vida podría continuar con ella, de pronto desperté, y me encontré con algo que quiero decir.

“Y quiero agradecer, a mi padre y a mi madre, ahora que los tengo aquí; por traerme y por cuidar de mí, los amo por hacerme lo que soy y lo que fui”.


Dedicatoria:

Para mi amigo y colega, Ismael Orive. En estos tiempos de tristeza y soledad sentimental, tu madre te ve con orgullo, y no puedo darte un abrazo de consuelo por el espacio y tiempo, pero el internet es universal, y ojalá esta historia te haya gustado. Te falta ser el mejor locutor de la zona Nezahualcoyotl, visitar a tus amigos del Faro, y escuchar a tu banda en vivo, eso para recuperarte.


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