Viva el punk! - reseña
Por: Ángel Armando Castellanos 'Araña'
Estalló. El Festival Marvin fue un polvorín en combustión casi permanente. Venues llenos. Slam simultáneo en varios. Energía. Maldita sea. ¡Energía!
Punk. Y donde no hubo punk, garage, rap. Hasta el pop más texturizado o acústico provocaba hermoso caos. ¿Paz? ¿Quién putas necesitaba paz? La urgencia eran gritos intensos -melódicos o rasposos, pero gritos al fin y al cabo. Reclamos al odio, al amor, al sistema, a la reflexión, a la vida, carajo.
Temblor. Tino El Pingüino movió la tierra. El Parque España se cimbró. La gente saltó tanto con su presencia que los cimientos parecían débiles. La fuerza de su ritmo estremecía.
Motín. Señor Kino o la versión bebé #porquemilenial de Los Blenders apareció en el CinEspacio. Corto, muy corto... pero sustancioso. ¡Bang! Karl Neudert estaba con el torso desnudo. Se lanzó al público que lo sostuvo. El primer maldito héroe del festival había aparecido.
Resabio. Disminuyó el ritmo y aumentó la melodía. Lanza Internacional en Caradura. ¿Y Daniel Melero? ¿No iba a tocar ahí a esa hora? ¡A quién le importa! Las caras conocidas. Letras escritas de una forma que sonaba familiar. ¿Qué clase de Bunkers fueron? Ah, es que son lo que quedó de Los Bunkers.
Reducido. Tito Fuentes y su banda lo intentaron en el CinEspacio. Joder. Es Tito y puede hacer lo que le dé la gana. Incluso jugar a que está en la cochera de sus padres, juntar a amigos un poco más jóvenes y tocar con una versión menos intensa de Molotov. Lo intentó.
Despertar. Chingadazo de Kung Fu para volverse locos. Puto slam. Puta costumbre de recordar "el peor momento de mi vida" y reventar el Foro Bizarro. Lucían con menos fuerza que de costumbre, pero les alcanzó. Eme de Rodeo Way y Seguimos Perdiendo consiguió más protagonismo. ¿Por qué Marino no saltó en la última rola? Parece que ya se cansaron de sus rituales e intentan reinventarse. Más: Cómo armar una banda chingona si ya estás ruco.
Lágrimas. Editors en CinEspacio. Gente afuera mojándose. Pinches confiados. El sitio se llenó 20 minutos antes de que arranque el show. Ni pedo. Quédate ahí y escucha un acústico corto pero sustancioso. Sonríe al imaginarte las luces, los sonidos y la lluvia haciendo armonía con el piano, las percusiones, la voz y la guitarra. Más: Editors, la historia de un ganador.
Explosión. Todo estaba tranquilo en El Plaza. Gang Of Four cumplía con su post punk. Pocas cabezas agitadas. Del slam nada. Malditas luces ausentes. Decidieron que la depresión pasiva terminó. Guitarrazos, ira y locura. ¡Madrazos! ¡Saltos! ¡Empujones! ¡Caras rotas! ¡El puto microondas hecho mierda! ¡La guitarra destruida! Punk, puta madre. ¡Punk!
Adiós. Joyce Manor en el Bizarro. Arriba y abajo. Greñas. Ritmos. Canciones. Como en el garage de tu casa después de tres tragos y dos líneas de coca. ¡Putazos!, calma. ¡Más putazos!, calma más corta. Intensamente interminable. Codazo al estómago. Adiós, aire. ¡Another song! ¡Another song! Ok. Adiós aire. ¡Adiós!
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