Muchos entendemos a las canciones como un medio para transmitirnos mensajes, emociones y hasta sentimientos. Aunque hay veces en las que los miles de destinatarios que reciben el mensaje, no conocen a su autor. Y algo así, es lo que sucede con el talentoso músico y compositor Gustavo Santaolalla.
La obra del argentino es conocida por trascender a otros campos y terrenos, que van más allá de donde dicta la industria musical. Sin saberlo, fácilmente podemos encontrar su trabajo en los vídeojuegos, en el cine y hasta discos emblemáticos dentro del rock latino que no son de él. A pesar de esto, Santaolalla no es un músico de masas o de gran convocatoria, como se vio reflejado en el concierto que tuvo en el Teatro de la Ciudad 'Esperanza Iris', el pasado 25 de septiembre.
Ese día el lugar tuvo un pintoresco contraste. Mientras claramente hubo varios asientos vacíos, los que estaban ocupados, albergaron a personas que obviamente conocían y querían ver en acción, al hombre detrás de tantas composiciones y mensajes. De hecho y como pocas veces se ve, entre público pudimos notar la presencia de otros músicos como lo son Francisco y Mauricio Durán de Lanza Internacional, Pablo Romero de Árbol y hasta La Maldita Vecindad, con quienes Gustavo trabajó en el famoso disco El Circo (1991).
El telón se abrió y nos dejo ver la mejor escenografía para un concierto: decenas de instrumentos muy bien alineados junto con su parafernalia, acompañados por tres lámparas que nos hicieron sentir en un ambiente más íntimo, más hogareño.
Santaolalla, en compañía de Javier Casalla, Barbarita Palacios y Andrés Beeuwsaert; inició su espectáculo nombrado 'Desandando el Camino', de una manera acústica dominada por instrumentos como la guitarra y el violín, que lograron cautivarnos en "Inti Raymi" y
"¿Quién es la Chica?", canción que estrenó con Arco Iris hace 48 años atrás.
Las primeras palabras que el ganador al Oscar nos dedicó, fue de agradecimiento, de amor. Además, se mostró honrado y contento por presentarse en un teatro con 100 años de historia como lo es el 'Esperanza Iris', por lo que mencionó: "Esperanza seguramente está por acá. Este recital va dedicado para vos".
Al concluir "Y la Flor", los elementos faltantes para este recital se unieron cuando Nicolás Ramone cogió el contrabajo y Pablo González se instaló en la batería, para redondear el sonido tan completo que nos presentaron aquel día.
La identidad latinoamericana, es algo que según Santaolalla, lo ha definido desde su etapa con Arco Iris hasta la actualidad. Por eso a nadie sorprendió cuando dijo: "Me interesó en hacer una música que represente quien soy y de donde vengo", antes de interpretar un par de temas muy ricos, musicalmente hablando, como "Vasudeva" y "Zamba".
Con la calidad de músicos que hubo ese día en el escenario, junto a la gran variedad de instrumentos que tenían a la mano, era obvio que su recital estaría lleno de matices y estilos diferentes entre sí. Por ejemplo en la parte final de "Quiero Llegar", escuchamos su lado más rockero y experimental, dando como resultado una locura total plagada de agresivos golpes a la batería y poderosos riffs.
Tras seguirnos conquistando con canciones como "Compañeros del Sendero", Gustavo habló de la fascinación que tiene por el universo, la galaxia y todo ese entorno que lo inspiró a crear "Canción de Cuna Para un Niño Astronauta", una melodía tan profunda como el espacio mismo.
Llegamos a la mitad del camino, donde el protagonista de la noche nos dijo que aún había una tramo más por recorrer. Pero antes se despidió momentáneamente con el "Río de las Penas", tema con el que pudo cantar y grabar a lado de esa talentosa mujer argentina que se llamaba Mercedes Sosa.
Una pausa de un poco más de 10 minutos, fue el antes y después de un recital que ahora se enfocaría en los proyectos más significativos en la vida musical de Santaolalla. Por segunda vez, el telón se recorrió a los lados para dejarnos ver en el centro a los seis músicos en sus respectivos posiciones, quienes volvieron a andar sobre el camino con "Apertura" y "No Existe Fuerza en el Mundo".
De entre todos sus músicos, Javier Casalla nos dejó maravillados a la hora de ejecutar cualquiera de sus instrumentos como el violín, el pincuyo, la guitarra eléctrica y en el caso de "Detrás", la armónica. El rasposo y rupestre sonido de este instrumento, le dio el toque perfecto a esta rola incluida en su nuevo disco en vivo Raconto (2017).
Y hablando de rolas, el ganador al Globo de Oro en 2006 quedó encantado con esta palabra en sus primeras visitas a México, que no tuvo otra opción que escribir "A Solas", una especie de tema acústica-rockera que en su coro reza la frase: "Yo y mis rolas, siempre a solas".
Nuestro espíritu funk, tanto el de los artistas como el de nosotros el público, salió a relucir en "Todo Vale", provocando que algunos nos animáramos a bailar desde nuestros asientos. Nuevamente su pasión por el cosmos, el universo y lo infinito se manifestó cuando Gustavo y compañía tocaron "Paraíso Sideral", la única canción en la que se usaron las campanas tubulares que estaban detrás de Barbarita.
Un largo viaje por varios lugares hermosos pero recónditos de América Latina, alentó a Santaolalla a crear uno de los temas más significativos de su historia, que incluso llegó a la pantalla grande como parte del soundtrack de Diario de Motocicletas (2004). "De Ushiala a la Quiaca", fue una breve pero clara muestra de lo bello que puede ser la música hecha en nuestro continente.
Afortunadamente para el argentino, las nuevas generaciones también se han acercado a su música, siendo la principal razón el famoso juego de vídeo The Last of Us. Es por eso que Gustavo complació a los gamers -y no tan gamers-, con "Last of Us". Pero, ¿qué hay para los cinéfilos? Bueno para ellos hubo un pequeño medley de "Secreto en la Montaña", dejando en claro que la música también puede contener narrativas e historias sin decir palabra alguna.
Si hubo algo que personalmente amé de la noche, fue escuchar las historias que nos contó Santaolalla acerca de ciertas canciones. Y una de las que más lo marcó, fue la que hay detrás de "Vecinos", tema que escribió a raíz de un largo viaje que hizo su hija en su niñez, de Los Angeles a New York.
Hay muchas cosas que me quedaron claro ese día, siendo una de ellas que Santaolalla definitivamente tiene un alma rockera. "Ando Rodando", fue prueba de ello, ya que esta rola sin problemas podría ser un clásico del rock sudamericano, pero por alguna razón no lo es.
El telón se cerró, haciéndonos creer que era el final de la velada. Pero, ¿realmente un personaje como Gustavo acabaría así su concierto? Obvio no. Él salió del telón acompañado solamente de un tambor, con el que se apoyó para cantar a capela "No Sé Que Tienen Mis Penas". Un momento que fue tan sencillo, como hermoso.
Una última vez se abrió el telón para dejarnos ver a la banda completa, que otra vez sacó a relucir su orgullo latino con "Sudamérica". Aunque eso no fue todo, ya que obviamente la velada no iba terminar con los músicos y el público sentados.
Santaolalla se paró de su banquillo, al igual que sus compañeros musicales, provocando que nosotros también estuviéramos de pie para ponernos a bailar, a festejar y simplemente, a convertir el final del show en una verdadera fiesta sonorizada con "Pa' Bailar".
Tal vez el mencionado músico no sea el más reconocido o el más popular a nivel mundial, pero ciertamente sí es de los más completos. Gustavo Santaolalla es, sin pretenderlo o aparentarlo, uno de los iconos más importantes que tiene actualmente la música en Ameríca Latina. Y su concierto en el 'Esperanza Iris', fue el ejemplo perfecto.
Foto: Cristian Núñez
Tags: Gustavo Santaolalla, rock, Latinoamérica, Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, CDMX, Maldita Vecindad, El Circo, Lanza Internacional, , nota de Diego Gasca @Diegoftx, noticias internacionales
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