Cómo mantener el flow entre mentadas de madre - Reseña
Por: Ángel Armando Castellanos 'Araña'
"Hoy toca Gondwana, va a presentar su disco y a celebrar 30 años y mañana La Gusana Ciega, también presenta disco", asegura Diana (así la llamaremos para proteger su identidad). Se le ve emocionada. Trae el uniforme de LOBO (la empresa que hace de seguridad y logística en los eventos de OCESA) y el pelo recogido. Su imagen seria, malencarada quizá, contrasta con sus palabras, es una fan que va a hacer el trabajo sucio.
Después de varios minutos, cuando la tercera llamada es mero trámite, presume orgullosa la setlist. Su privilegiada posición le permitió conseguirla. La enrolla y la cuida como si se tratara de un tesoro. La ansiedad se refleja en su mirada y la cantidad de veces que su cabeza se transforma en la de un búho.
Voltea para todos lados. Quiere que todo esté en orden. Ya ha empezado el show y el movimiento de personas en el sector que debe resguardar tanto o más que a las dos hojas con las canciones aumenta. Saca su lámpara. Revisa que quien pretenda rebasar la línea imaginaria hacia el paraíso haya pagado lo suficiente. En los lapsos sin tránsito se da permiso de ser más fan. Canta cada tema. Mira al escenario y sonríe. Si tan solo pudiera dejarse llevar como cuando está en el mar.
Las cosas se han puesto complicadas. Se trata de un sujeto que coquetea con el 1.80 de estatura y de complexión de amante del gimnasio y las garnachas por igual. Sí o sí quiere grabar -¿o transmitir?- con su celular. Ella y uno de sus compañeros ya le pidieron varias veces que tome el sitio que le corresponde. Él es impertinente. Quiere imponerse como sea. Llegan refuerzos. Acepta irse. A los 20 minutos vuelve y quiere rebasar la línea imaginaria. No se lo permiten. "¡Chinga tu madre!", reclama mientras se va a su asiento.
Regresará, pero esta vez será menos violento. Diana refleja estrés en su mirada. Ya casi no canta.
Es hora de revisar el setlist por séptima vez en la noche. También de asomar los ojos al escenario y maravillarse un poco. Cada tanto la linterna vuelve a manifestarse. Logra relajarse un poco. Aplaude discretamente -está trabajando y se lo toma muy en serio- cuando Gondwana anuncia el final del show. Está cansada y cuando Rocksonico le pide ver el setlist actúa defensivamente -después de que un "fan" le mentara la madre su actitud no puede ser la más amable- hasta que uno de sus compañeros la autoriza a mostrarlo. Era su tesoro y alguien -que por cierto, no lo usará para esta reseña- ha logrado vulnerarlo con la cámara de su celular.
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