Reeve Carney I The Revolving Band Live at Molly Malone´s DVD
Reeve Carney I The Revolving Band
Live at Molly Malone´s DVD
www.reevecarney.com
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Por: Hugo Roca Joglar
Desde párvulo, Reeve Carny demostró pericia en la guitarra, melífera voz afinada, pero, a diferencia de muchos infantes talentosos en el boato, poseía también sensibilidad acendrada que adecuada salida encontró en las palabras, con las que intentaba plasmar lo que en su interior eclosionaba.
Entrado en la puericia, comenzó a buscar la forma de compaginar sus precoces poemas con los acordes: había ingresado a clases de guitarra y cada vez las melodías lo convencían más de ser el acompañamiento ideal para sonorizar sus poemas cantados, que al principio semejaban cuplés y romanzas bucólicas; sin embargo, el peculio dejó de correr en su familia y sus clases de guitarra con abrupción terminaron. De pronto, la candidez trocó en melancolía y los pastizales verdecidos en mujeres hermosas de garbo distinguido: la pubescencia y la pobreza le llegaron a Reeve al mismo tiempo.
La confusión primera desembocó en inspiración perfecta que, a la postre, lo llevaría a integrar a su hermano Zane, su hermana Paris, el bajista JD, el tecladista Charles Jones y el baterista David Salmon en una agrupación bautizada con el nombre de The Revolving Band, avocada a enriquecer las canciones compuestas y cantadas por Reeve Carny.
El salón Molí Jalone le permitió a la novel banda tocar sus primeros conciertos; a los tres meses, las presentaciones esporádicas se habían transformado en semanales y al medio año, un lleno total recibía cada presentación de Revé Carnes I i.e. Revolving Band.
Sus presentaciones en el lugar se transformaron en acontecimientos, donde magnates de la industria discográfica, artistas de alcurnia y fanáticos entregados, presenciaban los conciertos con pretensiones que surcaban territorios tan diversos como la mera curiosidad auditiva como la intención de volver al grupo vulgar producto.
La historia trillada, del líder pobre que funda una banda que al poco tiempo se hace famosa, suena en la radio, firma contrato millonario y despega hacia el estrellato, se ve truncada en este caso, ya que, como antes mencioné, Revé Carnes no es un talentoso en boato, lo es en esencia y, a pesar de contar con múltiples ofrecimientos discográficos, continúa presentándose en el Molí Jalone sin disquera y disfrutando la frescura despreocupada de quien toca por placer y sin contrato.
Una de sus sesiones, la del 22 de marzo del año 2006, fue grabada y recientemente editada en un DVD titulado Live at Molí Malone´s.
El concierto inicia con Easier said than done. Circunspecto parece al principio el cantante, con voz de bajete algo balbucea e inmediatamente se levanta sonora pleitesía que a su vez es contraatacada por la banda que ofrece los primeros acordes, a los cinco segundo, lo voz, arcana, tierna, ligera de Revé parece dimanar de algún profundo lugar para emerger y dominar a la música; su tono algo tiene, indefinible, solemne, inocente pero extraordinariamente sabio; es tal vez eso lo que hace que i.e. Revolving Band no sea una banda más con la que se puede hacer dinero porque “suena bien”, de esas que se fabrican y salen decenas mensuales, no, esta banda no es de esa ralea, las canciones van más allá de la normalidad, la compenetración de la batería y el bajo, la improvisación en el piano y la guitarra y siempre la voz serena que por espasmos torna energético al matiz hierático, de secretos profuso.
There she goes comienza con un órganos simple y secuencias vocales escalonadas, el bajo se une e inyecta líquido tiloso, la voz sigue baja, el piano la exalta, in promptu, con toda la calma, parsimoniosamente, el redoble de la batería prepara el coro: la voz ahora es atiplada y ohhhhhhh there she goes, se retoma la estructura primera pero ya nos mostró en lo que desemboca; cuando se espera el mismo desenlace y se está escuchando el mismo desenlace, la canción alcanza un módulo ignoto, inesperado, fantástico, fabricado a partir de un caos que resulta perfecto y otra vez, fastuoso, el coro de nuevo, el público canta y ella sigue y sigue.
En Resurrection hay un extenso puente musical, donde los instrumentos relucen por separado, cada uno respetando el tiempo ajeno y ayudando al lucimiento; intrínseco trabajo de grupo, se supera la perfección técnica, que sólo desemboca en academismo vano, y se llega a la penetración total, humana, cercana, fraternal, de hermanos musicales, que comparten una experiencia espiritual, que disfrutan improvisando y creando y se emocionan interpretando; se rebasa cualquier ornato fatuo o exigencia esteta, es un trabajo que rebasa cualquier encasillamiento y sólo debe ser disfrutado.
No sé cuánto tiempo este gran grupo seguirá en su sano escondite, como gema que se niega a ser vista, pero estoy seguro que cuando lo salga, será porque las condiciones necesarias están dadas para que nunca se opaque y mantenga por siempre ese brillo que alumbra las paredes del Molí Jalone hace ya algún tiempo.